Cigarro

Son las tantas de la mañana y mi compañia es el anaranjado naranja
y siento el beso suave de un cigarrillo que me acompaña a estas horas,
un cigarrillo de menta
y te de durazno
en estos minutos me gusta tanto tanto
ser ambidiestra y desmemoriada
y poder escribir de ti
mientras las cenizas caen lento en el agua tibia
con un último crujido.
Que marca el final de esta travesía, por las lejanas tierras de Cortazar
Que marca el final de esta travesía sin principio, ahora que tengo
ambas manos libres
frias.

Siento el beso suave del cigarro, que va y viene en mi memoria
vestido con un sombrero negro y una guitarra
vestido de negro, jugando con una tapa
en un lejano día
perdido en mi memoria.


En un lejano día de Lapsus
En un regreso suave a las puras calles llenas de alcohol.
En un lejano día, en que esperamos
en lugares diferentes, a miles de metros de distancia
y miles de años de luz de acá, de allá detidemi
pero no de nosotros.
nunca nosotros, nunca jamás.
sólo un tú y un yo y un par de segundos de éxtasis.

Me miro, y me doy cuenta de varias vueltas.
Que estoy vestida como el día que te conocí
Que es casi la hora en que mi amado se paseaba por mi pasillo
Que en estos minutos te quiero a ti, en mi cama
para un segundo de derrocamiento
para un segundo de aplastamiento
de confusión.
Que es quince minutos antes de tus sueños plácidos.
Que sin querer sen un renacimiento, terminamos metidos hasta las patas en lo que no entendemos
Que no te quiero.
No, no.
No te quiero, no te quiero nada.
Y llevo más de media hora durmiendo, acurrucada en tu pecho de luna.

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biáidh

Un poema es una cosa que será.
Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.

(Vicente Huidobro, Altazor)