Una vez


Una vez me dije a mi misma que esto iba a ser fácil
que nadie se muere de amor.
Que los días pasaban, y las heridas sanaban y que iba a quedar como un recuerdo.

Hoy no lo sé.
Hoy me doy cuenta que pasan los días y que tras la pintura y las clases estás tú
Impávido. Sigues ahí, tan fresco como el primer rayo de sol
Sigues escondido a la vuelta de la esquina en todos mis sueños, sigues siendo la causa de todo
Que sigues doliendo al centro bien adentro de mi corazón.
Que no te borras, no es así como así.
"Acuerdate de mí" escribiste una vez.
Hoy, con fuego en las manos, me acuerdo de tí.
Siempre siempre, y con agua en los ojos
Con un mar que no cesa de volcarse en ausencias desgranadas
En lágrimas como cuentas que me amarran las manos y cansancios que agotan hasta la última pluma
En esas ganas terribles de correr cien kilometros hasta gastar el último eco de tus recuerdos, hasta agotarme  tanto de recordarte que ya no pueda.
Miro en perspectiva el viento correr cuesta abajo hacia ese arbol en medio de muchos otros árboles
y me pregunto, ramas al cielo, qué pasó con todas esas sonrisas de mañana
en qué momento ese árbol que alguna vez escondió nuestros sueños se vio rodeado
por esa muralla tan grande.
¿Dejará, alguna vez de doler esto?
Ayer dije sí, si.
Hoy ya no lo sé.
Hay veces en que la concentración se concentra en circunferencias concéntricas
espirales, iluminadas,  tangenciales y borrosas/nubladas
Ese momento específico en que el compás de la maquinaria interna se junta con el del metrónomo,
en un p a n d e m o i u m infinito
hay un momento, en que el silencio del ruido se sostiene en mi bemoles
en re mayores y aire flotando
en una caída en cámara lenta, ondulando
en un sonido sibilante, en una araña patas arriba
como si el universo entero de diera vueltas de campana, y riendo

Hay momentos en que la (des)movilización se juega a muerte con la ausencia
noches y tardes enteras perdiendo brillo, agamuzándose y agazapándose en las esquinas del papel tapiz
en que el esmeril deja de dar vueltas, como para pedirle que juegue a decir palabras complicadas
a mirar por la ventana sucia, tras las gotas de lluvia, las hojas de otoño, los brotes de primavera y el sol
a mirar los sonidos ancianos girar y mezclarse en la decrepitud del aire, sonámbulo
sonando-noctámbulo, en la noche oscuraobscuralocura
añadiendo letras y timbales al memorial de su muerte y resurrección, de él que murió por ellos
y que al final es una lata, más encima herrumbrosa y botada
botada en un bote al fondo del mar en el confin del mundo, más allá del mar de plata
allá re-lejos, donde el sol se confundió con las pestañas

Sabamingo

Tus manos enrolladas en mi pelo y tu risa de niño dando vueltas de campana alrededor
las estrellas alla en lo lejos brillando en tu cintura y el sol relumbrando como oro en lo alto del cielo

( y es que no sé como más describirlo)

Mañana

Y es que en esta primera mañana de amanecida, aún cuando  la kilométrica nos separaba
sentí en lo profundo tu cuerpo dulce acurrucado en mi pecho

Pero extendiendo los brazos, me dí cuenta de que solo era tu voz a lo lejos, pidiendome levantar.

(aún faltan unas horas, y ya quiero hacerlas correr)

Insomnio

Lo trágico (o lo cómico) es que a pesar de que me dije a mi misma que no me iba a doler
que no iba a suspirar, ni salir a mirar las hojas, ni a pensar caminando sin caminar


Pero la verdad, mientras más busco, y re-busco en los lugares recónditos de la memoria
no encuentro nada
no
encuentro
nada
que me pueda hacer sentir, o entender más allá de la sorpresa evidente, y las ganas de golpear el silencio profundo hasta encontrar una explicación plausible y aplausible a todo este desorden
que algo tiene que significar, más allá de todo este silencio

algo, algo más allá de todo, algo tiene que haber que haya generado este caos.
y no, no quiero ni puedo caminar, no quiero ni puedo conversar; y no, tampoco puedo, ni quiero olvidar
eso... eso sería la muerte misma, instantánea y retumbante de todo sonido, de todo sentido y de toda lógica

eso sería la llegada abrumante de un día sin noche, y de un juego de cartas sin estampilla ni destinatario, sería dar vueltas intermitentemente por las casitas de colores, comprando chucherías y esperando encontrarte, y eso es lo ultimo que quiero.
Lo que quiero, ahora, es abrazarte y decirte que ya no importa nada, que el tiempo fue y que hagamos como que nada, y olvidemos tanta estupidez escupida a los cielos, sin importar (que tanto) el calor que haga... de todas maneras,  siempre podemos sonreír.

Esa Palabra

Esa palabra que me gustaría reemplazar por una sonrisa, que quisiera esconder en un cajón, bajo ocho llaves en una caja de plumavit y un saco de café al fondo del Adriático.
Esa palabra que es sentencia y calce, que es miedo y perplejidad.
Esa palabra que me hace tiritar (que irónico) de miedo.
4 sílabas y una vida de condena escondida en pelotitas de colores.
(así que no era comunicación con los Dioses, ah)

Esa única palabra que fue la anterioralaantepenultimade anoche...

Y pese a esa palabra, con resonancias oníricas, sigues aquí, conmigo.
Sigues aquí, respirando suavemente al lado mío, todo suavidad y pestañas colorinas
todo brazos delicados como si te hubieras caído del cielo.

Sigues aquí, conmigo, pasando juntos este frío quemante de esta primera noche de conciencia
Sigues aquí, hasta las últimas, manteniendo (me) en pie todos los sueños, siendo la baranda para no irme a negro.
Ahora sonríes dormido, te mueves un poco (sólo un poco) y la ternura me ataca, pienso inclinarme a besarte... y ya estás despierto.

Es tan tarde... es tan temprano.

Empieza un nuevo día, un nuevo día que enfrentar juntos

voy a intentarlo

Voy a intentar escibir,
voy a intentar botar esta madeja color temblor, temblor de tierra y de agua y de fuego
voy a comer cada una de estas galletas horrendas de chocolate, pasándolas con té
(y las flores cantando en mis oídos, y las otras marchitándose en la ventana)
voy a escupirlo todo
(si, todo señores)
para al fin, saborear la última galleta de avena y miel, mezclada con mosqueta y silencio, molida entera
voy a moler mi rabia, mi indiferencia y mi miedo, y lo voy a tomar a sorbos
(y no pienso irme de viaje, esta noche)

(Pero no se me ofendan, señores)

Por donde partir? (un sorbo, la primera galleta)
tengo rabia de Tí. de tí, de tu indiferencia que para mi no lo fue, de tus sonrisas que se me olvidan y de lo esquivo de ese mechón que cae con gracia
tengo rabia de mi olvido, si al final el sonido es lo esencial, si cada golpe de timbal se me olvida cada vez más.
Tengo rabia también, de esta otra indiferencia, una indiferencia por omisión,  por comodidad y burguesía, esa omisión disfrazada de tengosueños y noquierosalir, tengo rabia de ver el ciclo repetirse en interminables veces sin poder entender la totalidad de la escena, viendo pinceladas de escamas pero no la totalidad.
me molesta eso, no ver la totalidad.

(otro sorbo, la cuarta galleta)
tengo pena (y alegría) de tí también, de ver la vida sonreirles, sonreírles y ver el sol salir, como siempre sonreímos siempre tras los cristales. Me gustaría poder disculparme por eso, alguna vez.
Hay pena de las comparaciones feas, tengo pena de querer la definitivez, de ver tanta injusticia y estar acá sentado, pensando.

Al mismo tiempo, tengo rabia y pena de la indiferencia, de mi misma indiferencia y hastío, de la risa escondida en las canciones y las manos llenas de tinta, siendo que podrían estar surcadas de callos.

(paciencia, quedan dos galletas antes de la final)
tengo frío, frío de tu cuerpo tibio abrazándome en esta noche que es de primavera pero siento invernal, siento frío de tus manos en mi cintura y tu aliento en mi cuello,
ese frío que me quitas a punta de amor y palabras dulces, ese frío que se va cuando pueblas la noches con tus risas luminosas.... pero hoy no es suficiente. No; no  es suficiente
y es que no eres tú; esta noche soy yo la que necesita ir a la plaza y mirar la luna un rato a solas.

Eso es el final, esa luna a solas, sin música dulzona ni manos entrelazadas, esa extrañeza de no estar, a fin de cuentas, con uno mismo una misma noche, sino estar las noches enteras añorando tu amor y nada más, sabiendo a fin de cuentas que eso no es suficiente
(y es que hay más mundo, un mundo que me apresto a recorrer, por lo menos por esta noche)
Aunque sé, y por eso también viajo, que siempre hay un espacio para mi enferma cabeza la la izquierda de tu almohada.

biáidh

Un poema es una cosa que será.
Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.

(Vicente Huidobro, Altazor)