Remedios Caseros

Para la melancolía repentina, la solución a mano es subirse al Limonero. Rama por rama, se parte levantando la pierna hasta la primera intersección, evitando la astilla-rompe-pantalones. La mezcla realmente perfecta es tomar un bolso con mariposas, llenarlo con galletas, mermelada de mora, recuerdos, música y lápiz y papel, sin olvidar un termo con té de Jazmín y un gato copuchento, y subir con estas cosas a escuchar el viento correr entre las ramas, tan cerca que puedes tocarlo.
Una vez que la melancolía inmediata se ha ido, se desciende del árbol con cuidado (saltando las últimas ramas, para que el pelo se levante)
Es entonces cuando uno corre al fondo del patio, y toma la Bicicleta y las llaves, saliendo rauda en dirección desconocida, la blusa ondeando en el viento, la cara despejada.... los ojos cerrados por un breve, brevísimo instante.
El viento en los brazos.
Sensación de libertad, de vuelo, de olvido, de memoria, de nada.

Sentirse vivo, un ratito.

Y ver las hojas de todos los árboles caer, y nacer en un pandemonium infinito, hundirse en la espesura hasta que sientes el pasto rodear tus piernas y brazos, los insectos perderse en la mirada perdida y las manos dormirse poco a poco.
Y dormí, bajo el sol.

Rabia

Y ES QUE CLARO, SI HUBIERA UNA MANERA MÁS BONITA DE BOTARLA, NO ESTARÍA ESCRIBIENDO DE ESTA MANERA

biáidh

Un poema es una cosa que será.
Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.

(Vicente Huidobro, Altazor)